lunes, 31 de mayo de 2010

Lágrimas de plástico azul

Por las aceras de la madrugada
baila con las porteras su milonga al sol,
con las ojeras que le sobran a tus ojos, corazón,
un día después de lo que el viento se llevó.

Las secretarias de las oficinas
desayunan en la esquina un tentempié
y cuando bajan de la luna al disco duro de roer,
con el sueño del revés y un futuro sin mañana, lloran

lágrimas de plástico azul rodando por la escalera,
tribus de los mares del sur al oeste de la frontera,
labios de papel de fumar, sabios que no saben nada,
náufragos en la catedral, telarañas acostumbradas
a hacer noche en el cristal.

Los cirujanos de las decepciones
cercenan por lo sano la alegría,
las venas del amanecer almacenan sangre fría
y cada lunes nace muerto el nuevo día.

El lápiz comisura de tu boca
retoca los agravios del carmín,
los proxenetas se colocan con aseo el peluquín
y los Romeos se demoran y las Julietas se desenamoran.

Lágrimas de plástico azul rodando por la escalera,
tribus de los mares del sur al oeste de la frontera,
labios de papel de fumar, sabios que no saben nada,
náufragos en la catedral, telarañas amotinadas...

Lágrimas de plástico azul con sabor a despedida.
¿Cuándo cruzará el autobús este callejón sin salida?
Labios de papel de fumar, sabios que no saben nada,
pétalos de flor de hospital, telarañas amotinadas...


Joaquín Sabina

miércoles, 19 de mayo de 2010

Lo que aguarda


Primero ojeas las letras de los lomos.
Curioseas entre los colores, los títulos...
Lentamente decides, escoges aquel de allá.
Lo tocas, palpas las fuertes solapas
que tantas historias recogen.
Lo vuelves a tocar, sientes ese hormigueo.
Lo abres. Puedes sentir la textura de las amarillentas páginas.
Desplazas tus dedos cuidadosamente entre las líneas, entre los reversos.
Entonces te llega el aroma, sientes la emoción de una nueva aventura.
La historia fluye ante tus ojos, eres un personaje más.
Y revives una historia que ya aconteció.

Dándole vueltas


Y volviendo a pensamientos olvidados,
que fueron tan efímeros como una pompa de jabón.

viernes, 14 de mayo de 2010

Confiando


Poniéndome a pensar y echando la mirada hacia atrás, he intentado sacar en claro que he aprendido en estos años de estudiante.
La educación es uno de los elementos más importantes en la vida de una persona. Dependiendo de ésta, la persona será de un modo u otro, ya que condiciona irremediablemente.
Pero claro, no hablo solo de la educación "académica", sino de la ética.
A lo largo de estos seis años, que ahora me saben a poco, hemos cambiado. Hemos madurado o creemos que lo hemos hecho. Nuestros padres nos han dado todo lo que han considerado, y nosotros, con un pobre e inexperto criterio, hemos escogido con qué quedarnos, cayéndonos, cometiendo nuestros propios errores y levantándonos de nuevo. Aprendiendo el valor de las cosas y esforzándonos (o no) por conseguirlas.
Por otro lado, aprendemos también a confiar, aprendemos de nuestros profesores.
En realidad, dejámos en manos de perfectos desconocidos nuestro futuro, y tenemos que confiar en que ellos saben que hacer, y la mejor manera para conseguirlo.
Confiar, confiar y confiar.
Siempre apelan al tiempo que llevan en la docencia, pero muchas veces no nos resulta suficiente, y seguimos con el miedo metido en el cuerpo.
Pese a todo ello, vamos avanzando, y serán ellos junto a nuestra familia quienes nos apoyen, nos presionen y nos hagan comprender nuestros fallos y limitaciones.
Gracias.

jueves, 6 de mayo de 2010

Mañana será otro día


Le encantaba mirar el cielo. Solíamos hacerlo juntos, simplemente eso, caminar, por cualquier lugar y observar los suaves contrastes de color. Cómo un intenso azul se metamorfosea en rosa, en naranja. Retales de nubes, flotando a la voluntad del viento. Rayos de luz que se cuelan por los rincones. Las últimas notas doradas al caer la noche, dando paso al manto de estrellas. El contraste entre el Sol y la Luna. La triste belleza de un día de lluvia. Era ese tipo de sencilla belleza que te hace contener la respiración.
Ninguno de los dos decíamos nada, solo disfrutábamos de la mutua compañía y de lo que veíamos. Nos bastaba con eso. Vagamente cruzábamos alguna mirada, alguna sonrisa.
Pero no hablábamos. Queríamos alejarnos del mundo, de las palabras vacías que no dicen nada. Y así éramos felices, hasta que un día nos dimos cuenta de que ya no era suficiente. ¿Por qué ya no le hacía sentir feliz?
Aquella mañana le vi caminar solo, junto a la orilla del mar y me di cuenta de que de nada sirve hacer el boca a boca a sentimientos que ya no están ahí. No tiene sentido pedir perdón, si no hay nadie a quien pedir perdón, y lo echamos de menos. Hay tantas cosas que echamos de menos.
Pero no sé cómo me sentiré mañana, solo haré lo que tenga que hacer.
Mañana será otro día.