jueves, 30 de diciembre de 2010

Bienvenido

Si me paro a pensar un segundo en todo lo que me ha pasado este año, me sorprende lo rápido que se ha ido todo. Puedo recordar la Nochevieja pasada, celebrándola con esas personas que me hacen sonreír solo de pensarlas. Después recuerdo mucho trabajo, estrés, nervios, incertidumbre, cansancio. En apenas unos meses todo se acabó y llegó el ansiado verano, que trajo nuevas historias. Puedo decir satisfecha que lo disfruté. A mi manera. También he de decir, que hasta la segunda semana de agosto, no respiré 
tranquila. Pero el verano casi había terminado, y eso por lo que tanto habíamos peleado todos llegó. Y salimos a recibirlo. Cuatro meses. Sólo cuatro meses, y ha sido difícil, sacrificado, duro. Pero también me ha traído muchísimas experiencias nuevas, independencia, autocomprensión, viajes y nuevas caras. Darte cuenta de cómo son las cosas realmente, de lo que somos capaces de hacer, de que no tenemos que escondernos detrás de ninguna mascara. Caminando por las calles de Madrid riéndome del pasado y saludando sonriente a lo que nos trae el tiempo junto a amigas que no se olvidan, descubriendo rincones de Barcelona, mejorando. Después vuelvo a casa y lo difícil pesa menos al ver a la familia a mi alrededor. Juntos en la mesa, riendo, cantando canciones navideñas, cocinando, robándole a mi padre patatas fritas mientras no mira. Y ver la cara que pone al darse cuenta de que le faltan la mitad que ha cocinado.  Escuchar nuevas canciones y superar miedos. Esos que asfixian y hacen llorar por la noche.  Superarlos, y estar bien, contenta y feliz, de lo que hago, de cómo soy. Me queda mucho por aprender, por eso le doy la bienvenida al 2011, porque espero todo lo que me va a aportar. El tiempo es mi mejor regalo. Y estoy agradecida. 



lunes, 27 de diciembre de 2010

23:59

Ella estaba sentada en una de las mesas de la sala. Él la vio a través del cristal y entró. Ella, frente a la pantalla de su ordenador leía algo. Él se acercó por detrás. Ella le vio reflejado en la pantalla, pero no dijo nada. Él le tapó los ojos con sus manos y susurró en su oído           “Te he echado de menos”. Ella sonrió para sí y colocó sus manos sobre las de él. Él le da un beso en la mejilla, y lee lo que ella estaba leyendo. Un grupo en Facebook que decía “Quiero que el 31 de diciembre a las 23:59 me llegue un mensaje diciendo: Quiero un 2011 contigo”. Ella se avergüenza y dice que es una tontería. Él la mira y le dice que no le llegará ningún mensaje, porque la mirará a los ojos mientras se lo diga.




Feliz 2011

viernes, 24 de diciembre de 2010

Días de películas

No podría decir qué momento, qué lugar, qué mirada o qué palabra sirvieron de base.
Hace ya demasiado tiempo. Lo que sí sé decirte es que para cuando me di cuenta ya estaba
metida hasta el cuello.


~ Orgullo y prejuicio


jueves, 9 de diciembre de 2010

Dí que no

Perdona si soy una idealista, perdona por reírme cuando no debo, por tomarme las cosas demasiado en serio de vez en cuando.
Perdona por pensar lo mejor de las personas, por esperar que las cosas mejorarán,
perdona por romper a llorar. Perdona si te cojo de la mano y te pido que no me sueltes, perdona si te sonrío sin decir nada. Perdona si no soy como esperaste, perdona si me ilusiono. Perdona si digo algo fuera de lugar, perdona si te miro.
Perdona si me equivoco, perdona si se me escapa una sonrisa al ver tu nombre. Perdona si se me olvidan las palabras. Perdona si dibujo en los márgenes, perdona si tarareo una canción mientras pienso que estoy sola. Perdona si tengo ganas de verte. Perdona si me dejo cosas olvidadas, perdona si dejo comida en el plato. Perdona si me gusta ver la lluvia caer, perdona si no soporto ciertas cosas. Perdona que quiera todo lo que me ofrece esta vida. Perdona si no te dejo agua en el vaso.

martes, 30 de noviembre de 2010

Sobre los tejados

Cierra los ojos, muy fuerte. Deja el tiempo pasar mientras los 
granos de arena ocupan su lugar.
Es de noche y has salido al exterior. No hay luces, no hay ruidos, 
no hay nadie más allí que tú.
Sigues con los ojos cerrados, pero los abres una vez fuera.
Entonces alzas la cabeza. ¿Te habías dado cuenta de lo increíble que es?
Un mar de oscuridad que se extiende más allá de lo que comprende nuestro entendimiento.
Miles de estrellas que iluminan con su sencilla luz la existencia del planeta.
Y están ahí, en el mismo lugar cada noche, esperando a ser admiradas, esperando a que levantes la mirada y disfrutes.
No lo dejes escapar.


martes, 23 de noviembre de 2010

You may say I'm a dreamer, but I'm not the only one

Erase una vez, una niña que quería volar. Siempre había envidiado a los pájaros, a las águilas. Libres, elegantes y majestuosas. Quería sentir el viento sobre su piel, escuchar el viento entre su pelo y cerrar los ojos confiando en que flotaría hacia donde quisiera. Donde pudiera sentirse libre. Al crecer quiso tener un lugar donde no tener que pretender ser nadie. Donde pudiera vivir tranquila con que todo estaría bien siendo justo como es. Tal vez era demasiado idealista, o soñadora, o romántica. Pero sabía que las cosas nunca serían como ella soñaba.
Por eso estaba dispuesta a construir ese lugar.
Por eso decidió cambiar las cosas que no le gustaban. Dejaría de hacerlas, sencillamente. Aunque los demás no las consideraran adecuadas. O parecieran disparatadas. O no tuvieran sentido. Saltaba en la cama, cantaba en la ducha, sonreía a la gente por la calle, les decía hola. Escuchaba lo que las personas tenían que decir, las hacía sentir importantes, que contaban. Respetaba el silencio, y reconocía el valor de una palabra bien dicha, en el momento exacto. Siempre toleraba a los demás y desarrolló esa paciencia que tanto admiraba. Siempre se guiaba por lo que pensaba, pese a lo que los demás opinaran. No le importaba. Se equivocaba, dudaba, muchas veces intentaba hacer lo que sabía que estaba bien y fallaba, pero no se rendía, porque tenía un objetivo, y estaba decidida a conseguirlo, costase lo que costase.


Porque al final, las cosas tienen el valor que uno quiera darles, y sólo cuenta si das de ti mismo lo mejor.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Closed



El cielo está cubierto. Tú te miras reflejado en el cristal del coche que hay más allá.
Suena a lo lejos el rumor del tráfico, pero estás demasiado absorto en lo que piensas.
Lo que piensas y no dices. Cierras los ojos y una ráfaga de viento pasa entre nosotros sin que me mires ni siquiera.  Me gustaría saber que pasa por tu cabeza en este instante.


domingo, 14 de noviembre de 2010

These words in my head


Escribo en papel, al ritmo que marca mi muñeca, siguiendo con la mirada las suaves curvas de mi caligrafía, desigual, inconstante, sólo mía. Como mis propios altibajos. Y pienso en todo lo que se puede decir, el valor de las palabras. Escritas en papel, firmadas, dirigidas de alguna manera u otra a una persona que tal vez nunca llegue a leerlas.  Palabras dichas. De frente, con franqueza. Sin querer herir, provocadoras, sencillas, o que han querido ser escuchadas desde hace tiempo. Palabras cantadas con fuerza, con sentimiento, nunca dejadas al azar, siempre precisas. Siempre con una intención.
O palabras no dichas, no escritas. Palabras sentidas. Transmitidas por una mirada en silencio, por un roce o una caricia cómplice. Las palabras pensadas, o las inconscientes.
Una canción escuchada por casualidad.
Pero, ¿sabes? Nunca he creído en las casualidades.

martes, 26 de octubre de 2010

Tic-tac

Suaves ecos de miradas que se encuentran en un suspiro reprimido. Susurros que se esconden entre muros huecos. Y se sostienen la mirada entre notas de una melodía de espejo. El sonido del viento sobre las hojas de un otoño tardío, del ruido de charcos pisados con botas de goma.
Y su risa, espontánea, música cristalina en un día oscuro, límpida entre los nubarrones que arrecian la lluvia, que caía sin compasión sobre sus rostros encontrados, felices, fruto de suposiciones acertadas. 
Mientras tanto, el tic-tac del reloj seguía su curso, hacia un final no escrito.

viernes, 15 de octubre de 2010

Perdóname

¿Sabes?
El camino es muy largo.
Tremendamente largo, y a veces demasiado corto.
Es muy pesado llevar cargas añadidas.
No quiero hacerlo.
No tengo porqué.
No es más fácil, pero es mejor.
A veces cuesta mucho librarse de esa carga extra.
Cuesta olvidar, cuesta dejar atrás las cosas que han pasado.
Pero vale la pena.
¿No son las cosas lo suficientemente difíciles como para que las compliquemos aún más?
¿No hay bastante sufrimiento como para ir recordando el anterior?
Nos merecemos ser felices, y sin duda, el camino es demasiado corto como para desperdiciarlo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Seis segundos



Abrazos. Como esos que se dan por cortesía, o los fríos, o los que solo duran un segundo, o los que terminamos por incomodidad, o los de las palmaditas en la espalda,
o los que damos cuando consolamos a alguien. Los de amigos que hace tiempo que no ves, o los de tu familia, o como esos que quieren decir cosas que se sienten, o esos que te hacen sentir mejor. También están esos que te estrujan y no te dejan respirar. O los que te cogen muy fuerte y te levantan del suelo. Abrazos de bienvenida, abrazos de despedida, de felicitación, de tristeza.
Abrazos de cariño, de ternura, de confianza, de descanso, de soledad.
Abrazos para llorar libremente.
Un abrazo largo, en el que te fundes con la otra persona,
en el que te empapas de su olor, en el que cierras los ojos y no piensas,
te sientes seguro y protegido, y piensas que podrías estar así durante horas. 

jueves, 23 de septiembre de 2010

Llueve


Ella estaba sentada en el borde de la escalera, mirando al mar, mientras sus amigos se reían juntos de alguna broma sin sentido. Había sido una gran noche, habían cenado y después marcharon a un concierto que las dejó sin voz.
Lo pasaban bien, eran jóvenes y querían disfrutar mientras les durara.
Pero ella pensaba de otra manera. Quería pasarlo bien, quería disfrutar, quería reír…
Pero esa  no era su noche, se sentía ausente y, quizá, algo fuera de lugar.
Ellos no lo percibieron. Sus ojos no brillaban de la manera habitual, ni sus gestos eran de alguien que se siente cómodo, y su sonrisa estaba vacía aquella noche. Yo si lo noté.
- Siempre te encuentro de la misma manera, ¿sabes? – Dije al sentarme a su lado-
- Eso es porque siempre apareces en el momento en que me siento sola.
- Ya… ¿Por qué no vienes y te ríes un rato con nosotros? Quiero verte sonreír.
- Hmm, quizá – dijo, mientras se abrazaba las piernas con los brazos y miraba hacía algún sitio que sólo ella conocía –

El silencio se hizo algo palpable, pero no era un silencio molesto. Un silencio que no valía la pena estropear, un silencio agradable. La luna se reflejaba en el mar.
- Eres muy diferente a las demás, ¿lo sabías, verdad?- Me perdí en un punto de la bahía-
- A veces desearía no serlo, haría mucho más fáciles las cosas…- susurró-
- ¿Y por qué no ibas a querer ser diferente?
- Ya, está bien no ser como todo el mundo, pero hay días que se me hacen muy cuesta arriba…
- Siempre me ha gustado lo complicado.
Entonces, mientras me sonreía, me dio las gracias con la mirada.

Al rato se marchó, y empezó a llover. Me la imaginé caminando por el medio de las calles, sin importarle que la lluvia empapara su ropa, que el pelo se le pegara a la cara y las gotas corrieran por sus mejillas, no le importaba. Iba con paso firme, sin prisa pero sin pararse, siempre sonriendo. Entonces pensé, que chica tan rara.

martes, 14 de septiembre de 2010

Yo, me, mi, contigo.

Y solo seguía caminando. No se detenía. No podía, ni quería hacerlo tampoco.
Iba sin rumbo fijo, pero saboreando el momento anterior a girar cada esquina. Se empapaba de los muros, de los murales pintados aquí y allá por artistas bohemios que expresan lo que les apetece. Frases esporádicas que te hacen reconsiderar temas zanjados, o que te alegran el día. Pequeños rincones olvidados en aquella parte de la ciudad. El sonido de algún músico que practica en un balcón. Una antigua muralla que cobija en su interior miles de historias pasadas, en lo que fue una de las más importantes ciudades tiempo atrás.
Calles de piedra que dibujan mosaicos en el suelo. Una catedral.
Escaleras, escaleras, un viejo anfiteatro semiderruido, más historias,
y entonces… el mar.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Septiembre




Y allí estaba yo. Después de tanto tiempo y tantos errores cometidos.
Volvíamos a estar en el mismo lugar, y en la misma situación.
Tal vez dos años antes habría actuado de otra manera, pero desde entonces habían pasado muchas cosas y había cambiado de opinión muchas veces.
Pero no volvería a perder la oportunidad de hacer lo que debería haber hecho mucho antes.
- ¿Qué es lo que te pasó aquella vez? – susurró-
Se acercaba a mí, y aquel miedo irracional volvió a invadirme.
- Y yo que pensaba que lo había dejado claro… - respondí-
- Sabes perfectamente que nunca explicaste nada, sólo te marchaste. – Vuelve a decirme que no te importo. Que no volverás a pensar en esto nunca más.
Me acarició la mandíbula como solía hacerlo. Me miró a los ojos y supe que él conocía las respuestas, por lo que no encontré razón alguna para seguir haciendo la idiota.

domingo, 29 de agosto de 2010

Mentira

Y aunque podía sentir que algo iba mal, no quería reconocer que fuera capaz de hacerlo.
Pese a qué en mi fuero interno supiera que lo era perfectamente.
Tras tantos momentos compartidos, sonrisas cómplices y miradas que lo decían todo.
Me sentí estúpida, y algo se rompió, porque no me esperaba algo así.
No de ella. No de esa forma.

lunes, 23 de agosto de 2010

¿Riesgos?


Me sentía dividida. Habían pasado muchas cosas aquella noche y no sabía qué era lo que quería. Siempre he dicho que ese es el peor problema de la gente, el no saber que quiere: porque cuando sabemos lo que queremos, podemos encontrar la manera de conseguir cualquier cosa.
Y ahora es mi problema también

Le buscaba con la mirada cuando encontré algo nuevo. Y me hizo reír, y me acompaño.
Me hizo sentir alegre, y aunque seguía muy confusa, me sentí bien.

Gracias.

domingo, 15 de agosto de 2010

Peonías


Me levanté aquella mañana de abril, aún con restos del resfriado que había sufrido durante la última semana. El día pintaba horrible, tenía mil cosas que hacer, todas retrasadas.
Abrí la persiana de un tirón, y tenues rayos de luz atravesaron la habitación. Lloviznaba.

Le daba un aspecto bohemio a la ciudad. Me hacía sentir pequeña, y terriblemente vulnerable. Al girarme reprimí un grito de sorpresa. Docenas de peonías llenaban jarrones de cristal distribuidos por la sala. Peonías, suaves, delicadas. La mayoría de ellas seguían cerradas, pero el aroma era intenso y no pude evitar una gran sonrisa.
¿Cómo lo había sabido? ¿Cómo podía haber sabido que hoy necesitaría esto? Cogí una y acaricié los pétalos. La belleza de aquella flor siempre me había cautivado.
Volví hacia la ventana y me senté en el sillón. Podía oír el murmullo del tráfico a lo lejos, el trajín de la gente que iba y venía, todos ellos ajenos a mi repentina felicidad.

Seguí con mis pensamientos hasta que una suave melodía me llegó desde el comedor. Las suaves notas de una pieza de Bach para cello. Aquella canción.
Al salir, fui al salón, allí había una bandeja de color crema, con tostadas francesas y un zumo de naranja. Nunca dejaba de sorprenderme.
Había una carta sobre la repisa del mueble.
El sobre sólo tenía una nota.
La nota sólo contenía dos palabras.

Entonces comprendí que pasaría el resto de mi vida junto a él.

viernes, 23 de julio de 2010

Inesperado


Estoy ahí sentada, mirando a las personas caminar a mi alrededor.
Hay una razón por la que voy a coger ese avión, pero ahora mismo no importa.
No quiero pensar en mi historia.
Todos llevan una consigo e imagino cuales pueden ser. Muchos hombres llevan carteras y traje, probablemente deseando llegar a casa tras un viaje de negocios.
También hay familias, con miles de maletas. Madres preocupadas de haberlo cogido todo y padres intentando controlar a unos niños que corretean felices, emocionados por las vacaciones.
Hay extranjeros por todas partes, algunos entran en las tiendas de recuerdos y compran figuras de sevillanas o toros “typical spanish”.
Me pregunto cómo serán sus vidas... ¿Serán felices?
Tal vez alguno de esos empresarios perderá su negocio, pero al hacerlo recuperará a su familia; algún estudiante se irá de viaje para aprender algo nuevo. Alguno de los hijos de esas familias conseguirá todo lo que se proponga, o quizá no. Alguien conocerá a una persona que cambiará su vida y le hará sentir muy, muy especial. Otras parejas, sin embargo, se dirán adiós.
Yo sigo aquí sentada, suena una canción en mi reproductor y dejo de sentirme aquí. Quiero pensar en todo lo que me queda por pasar, y en todo lo que voy a vivir.
Aún quedan muchas historias por contar.

sábado, 10 de julio de 2010

Solía ser así


A veces planeamos, planeamos, y las cosas no salen como queríamos en un principio. A veces las personas nos decepcionan, o tal vez, las decepcionamos nosotros a ellos. Cuando te esfuerzas en que alguien no pierda el rumbo, porque le quieres. Quieres que las cosas le salgan bien, porque se lo merece, por todo lo que ha trabajado, y sin embargo, con un par de malas decisiones derruyen todo lo afanosamente construido. Y duele. Duele ver como tiran por la ventana años de sueños, de planes, de proyectos. Por dudas, por miedo… o por dolor. Por rechazo, por querer encajar en un mundo que no es el nuestro, y que no lo será. Porque por más que nos esforcemos, nunca dejaremos de escucharnos a nosotros mismos y no podremos negar que es lo que sabemos cierto. Pero peor es el sentimiento de impotencia. Cuando tiendes una mano amiga, y esas personas no quieren ser ayudados. ¿Qué hacemos entonces? ¿Atormentarnos con errores que no son los nuestros? ¿Sufrir por no saber qué hacer por ellos?

Y entonces se alejan, las alegres conversaciones se apagan entre saludos insípidos que dan paso a silencios vacíos. Y yo quisiera poder hacer algo por ti. De alguna manera devolverte lo que me has enseñado, lo que me has aportado. Manías, libros geniales, tus gustos raros para la música y esa tendencia a la iconografía en las camisetas. Ironía, mucha. Pero también ese optimismo tan tuyo. Y me robaste algo de ingenuidad, eso seguro.

Vuelve a ser tú.

sábado, 3 de julio de 2010

Esta noche tuve miedo


Papá, esta noche tuve miedo… Alguien estaba en mi habitación, no sabía quién era.
Un mal sueño me despertó, y en la cama de abajo vi una sombra. Un bulto ocupaba las sábanas. Me asusté. Un susurro de su respiración cortó la mía. Se me encogió el corazón y no supe que hacer. Estabas lejos. Mi colcha volvió a ser mi mayor protección… Como un escudo imaginario, un escudo frente al miedo.
Pero cada vez sentía el miedo más profundo… No sabía qué hacer, y papá… Solo tengo seis años. Empecé a llorar. Al principio, solo sollozaba, en un intento esperanzado de que sintieras mi miedo y mi frustración, pero no podías. Poco a poco, la desesperación que me embargaba fue creciendo, hasta que mi llanto, de puro miedo, ascendió en el aire.

Entonces os llegó el sonido, a ti, y a mamá.

sábado, 26 de junio de 2010

What really matters.


En respuesta a muchas de las preguntas que nos plantea la vida, podemos encontrarnos la duda.
En situaciones difíciles, queremos ser racionales, pensarlo todo bien, darle mil vueltas a las cosas. Normalmente así las cosas funcionan mejor.
Pero en situaciones excepcionales no. A menos que nos dejemos llevar por nuestras propias iniciativas, y nos volvamos un poco locos, y digo un poco. Arriesguémonos, atrevámonos a ser diferentes, a ser originales, a ser como realmente somos.
Si todos pensáramos en cada detalle de nuestras vidas, la esencia de las cosas se desvanecería, porque son esos pequeños momentos los que hacen que valga la pena vivir cada segundo.
Cuando una persona nos sorprende con algo inesperado. Cuando suena, de repente, una canción, en el momento justo y el lugar indicado.
Y te hace sentir como que es para ti.

Entonces sonríes, y esas preguntas sin respuesta ya no importan, porque de algún modo, algún día ya sabrás la respuesta de una u otra manera.
Y si no es así, ¿Qué más da?