El andén estaba vacío, todo el mundo había subido y ya estaban sentados, cómodamente, en sus asientos. A través de las ventanas veía sus caras. Algunos sonreían, tal vez emocionados por un viaje o por encontrarse con alguien querido. Otros tenían la mirada perdida. Jóvenes con auriculares que se aislaban del mundo.
Huía de las malas decisiones, de los errores cometidos, de las desilusiones. No se atrevía a subir. No sabía que tendría que afrontar al cruzar la puerta de destino.
Último aviso por megafonía. Los últimos rezagados pasan corriendo a su lado, pero el mundo parece detenerse. Le llega una voz, lejana, como un susurro.
miércoles, 2 de junio de 2010
Último aviso
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