domingo, 13 de junio de 2010

Un poco de ti.


Me hablabas desde tu distanciamiento habitual. Un poco ácido, incluso.
Pero te callaste. Pensé que estabas molesto. Un silencio se instaló entre ambos.
De repente, te miré. Y te ví como no te había visto nunca.
Me hablaste con ilusión. De como te gustaba mirarme a los ojos y sentirte
acompañado. De como te gustaba oír mi voz y escucharme hablar durante horas.
Me hablabas de dulzura. Hablabas de mí de una manera que nunca me había visto.
No me habría reconocido, y sin embargo, veía que creías en lo que me decías.
Siempre una palabra amable, una sonrisa, un buen consejo, o simplemente escuchar.
Eso me decías. Y me diste las gracias. Por todas las cosas que había hecho por ti.
Me cogiste de la mano y sonreíste. Poco a poco me acercaste a tu pecho.
Me rodeaste con tus brazos y me dejé abrazar. Te sentí tan cercano...
Y alli estabamos, los dos, abrazados. Debías sentir mi respiración.
Yo tenía los ojos cerrados y olía tu perfume.
No era consciente de nada más que de ti.




Y no pude seguir.

2 comentarios: