
Me hablabas desde tu distanciamiento habitual. Un poco ácido, incluso.
Pero te callaste. Pensé que estabas molesto. Un silencio se instaló entre ambos.
De repente, te miré. Y te ví como no te había visto nunca.
Me hablaste con ilusión. De como te gustaba mirarme a los ojos y sentirte
acompañado. De como te gustaba oír mi voz y escucharme hablar durante horas.
Me hablabas de dulzura. Hablabas de mí de una manera que nunca me había visto.
No me habría reconocido, y sin embargo, veía que creías en lo que me decías.
Siempre una palabra amable, una sonrisa, un buen consejo, o simplemente escuchar.
Eso me decías. Y me diste las gracias. Por todas las cosas que había hecho por ti.
Me cogiste de la mano y sonreíste. Poco a poco me acercaste a tu pecho.
Me rodeaste con tus brazos y me dejé abrazar. Te sentí tan cercano...
Y alli estabamos, los dos, abrazados. Debías sentir mi respiración.
Yo tenía los ojos cerrados y olía tu perfume.
No era consciente de nada más que de ti.
Y no pude seguir.
que bonito =)
ResponderEliminarGenial descripción de esa preciosa situación, o recuerdo! :)
ResponderEliminar