domingo, 15 de agosto de 2010

Peonías


Me levanté aquella mañana de abril, aún con restos del resfriado que había sufrido durante la última semana. El día pintaba horrible, tenía mil cosas que hacer, todas retrasadas.
Abrí la persiana de un tirón, y tenues rayos de luz atravesaron la habitación. Lloviznaba.

Le daba un aspecto bohemio a la ciudad. Me hacía sentir pequeña, y terriblemente vulnerable. Al girarme reprimí un grito de sorpresa. Docenas de peonías llenaban jarrones de cristal distribuidos por la sala. Peonías, suaves, delicadas. La mayoría de ellas seguían cerradas, pero el aroma era intenso y no pude evitar una gran sonrisa.
¿Cómo lo había sabido? ¿Cómo podía haber sabido que hoy necesitaría esto? Cogí una y acaricié los pétalos. La belleza de aquella flor siempre me había cautivado.
Volví hacia la ventana y me senté en el sillón. Podía oír el murmullo del tráfico a lo lejos, el trajín de la gente que iba y venía, todos ellos ajenos a mi repentina felicidad.

Seguí con mis pensamientos hasta que una suave melodía me llegó desde el comedor. Las suaves notas de una pieza de Bach para cello. Aquella canción.
Al salir, fui al salón, allí había una bandeja de color crema, con tostadas francesas y un zumo de naranja. Nunca dejaba de sorprenderme.
Había una carta sobre la repisa del mueble.
El sobre sólo tenía una nota.
La nota sólo contenía dos palabras.

Entonces comprendí que pasaría el resto de mi vida junto a él.

3 comentarios:

  1. No sabía que la peonía era la flor del amor, compraré un par de ramos entonces. Bonito texto :)

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  2. Eso es amor, y lo demás, cuento...

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  3. amor sin miedo, amor con el corazon encendido, amor hasta que duela.
    amor de verdad amores son enternos si son amores como dice mi nenita.

    http://imnotaprincessmore.blogspot.com/

    muy bueno chica, tienes un blog muy profundo

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